A veces nos creemos tan serios y tan adultos, que pensamos que el juego está dirigido para divertir a los niños y acompañarlos en sus procesos de aprendizaje. A nosotros, a los que yo llamo la “generación del sándwich”, los que estamos entre los padres que educaban con regla y los evolucionados espiritual y emocionalmente, hemos crecido con patrones que están mandados a recoger, y tenemos la difícil tarea de modificarlos para que nuestros hijos puedan salir como prometen ahora, más evolucionados. Crecimos sintiendo que cada año que pasaba nos quitaba un privilegio de ser niños, que ya no podíamos reír hasta caernos de la silla, correr, asombrarnos con el vuelo de una mariposa, saltar, tropezar, jugar, y hacer tantas cosas que un adulto normalmente ve como cosas de niños. Pues si me dejan escoger, ¡qué delicia poder seguir siendo niña!
A nuestros hijos les ha tocado un cambio muy favorable en su sistema de educación, ya la memoria pasa a un segundo plano y las tablas de multiplicar no se recitan como un poema, el ciclo del agua no lo sacan de Google sino que lo experimentan y observan y a muy tempranísima edad, hay mucha más comprensión detrás del conocimiento, del cómo suceden las cosas, del por qué, del para qué, y mucho de ello, a través del juego y la exploración. Aun no lo he visto con mis propios ojos, pero me atrevo a decir que el entendimiento global de las matemáticas de mis hijas será muy diferente al que yo tengo, basado en una lógica de entendimiento que a mi edad, parecía ilógica.
Y todos estos procesos del juego, no se quedan simplemente en las aulas. En el deporte, el juego es también fundamental y a partir de ejercicios que parecen insólitos, se pueden trabajar desde infinitas funciones del cuerpo y su motricidad, hasta aspectos mentales y emocionales que impactan positivamente el desarrollo del deportista. Muy seguramente, todo esto nos pone a pensar: ¿y entonces qué hago, cómo incorporo el juego en mis entrenamientos y cómo sé qué estoy trabajando a través de él?
Beneficios en la Condición Física
Dentro de la condición física hay varios aspectos por trabajar, entre ellos, la resistencia cardiovascular, la fuerza, la flexibilidad, la velocidad, y otras como la coordinación, destreza, ritmo, orientación. Juegos como carreras de relevos, carreras de obstáculos, circuitos de velocidad y coordinación, carreras de carretillas, halar la cuerda (tug o’war), pueden ser tan divertidas como productivas para mejorar la condición física. Hablando específicamente de carreras de costales en las actividades como el salto y avanzar, se le exigen a las piernas un trabajo intenso, al tiempo que el uso del core (centro abdominal) para mantener el equilibrio y no caer en el intento de llegar a la meta. Las carreras de costales normalmente hay que hacerlas en un campo abierto, un elemento importante para conectarse con la naturaleza, rompiendo con la monotonía del ejercicio. Para incorporarle algo de fuerza, se puede ensayar con diferentes pesos en los sacos y así aumentar su intensidad. Doscientos por ciento segura, la risa siempre será un ingrediente de una carrera de sacos, aunque a esta edad, como en todas, todo hay que hacerlo con destreza, y con mucho cuidado!
Beneficios Mentales
Todos sabemos que cuando de jugar se trata, lo primero que hay que hacer es poner atención, escuchar y seguir instrucciones, pensar qué hay que hacer para lograrlo, definir implementos requeridos, organizar un equipo si se necesita, planear una estrategia, asignar roles, responsabilidades, y ante todo, ¡cumplir con la tarea y cumplirle al equipo, o a uno mismo! Pareciera que no, pero detrás de cada juego se esconden una cantidad de retos mentales que nos hace desempolvar partecitas del cerebro que a veces tenemos dormidas, por la misma falta de jugar. Es hora de volver a jugar y poner a prueba la mente, la concentración, la atención, el enfoque, la memoria, la creatividad para encontrar soluciones, y resolver retos. Por eso nunca deberíamos subestimar la importancia de jugar, de incluirlo en nuestra rutinas, de soltar de vez en cuando la rigurosidad del día a día y capitalizar el aprendizaje que se logra a través del mismo.
Beneficios Emocionales
A través del juego, y hablando más específicamente de usar el juego en entrenamientos grupales y de atletismo, se acumulan una cantidad de beneficios emocionales a través de la socialización. El juego como tal, es percibido por el deportista como una recompensa al buen trabajo, es decir, es sensación de bienestar y motivación para seguir haciendo las cosas bien y volver a lograr una futura recompensa. A su vez, el juego nos llena de satisfacción al sentir que estamos cumpliendo objetivos, nos hace querer mantenerlos, nos hace aceptar nuestros errores y aprender de ellos en un ambiente "de prueba", no en la vida real, puede aumentar la motivación del grupo, el trabajo en equipo, la cooperación y la comunicación, y la auto confianza. Hay muchos juegos que pueden complementar muy bien un entreno funcional o de atletismo. Algunas ideas para tener en cuenta y proponer a los entrenadores si ellos no lo han hecho, son los relevos, yincanas o carreras de orientación y todas esas carreras por equipos para alcanzar objetivos conjuntos. Si al finalizar cada juego compartimos además nuestras experiencias, el aprendizaje, lo que sentimos, se conectan personas, almas y objetivos comunes para un bien común, un bien mayor.
Incorporar más el juego en nuestras vidas y en nuestro entrenamiento, no solo aporta diversión sino dinamismo, además de la cantidad de beneficios físicos, mentales y emocionales. A través del juego, los atletas y deportistas experimentamos una mayor motivación, a través de experiencias más enriquecedoras. No debemos subestimar la capacidad de reír en un entreno, de jugar con la creatividad, de retarnos, de hacerlo diferente, de descubrir sus beneficios. El juego no discrimina las edades, es un riesgo que vale la pena asumir hoy, ayer, y obvio, mañana.
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