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Cómo Acercarse a Los Otros en Tiempos Difíciles

Encontrar esa primera frase que enganche al lector siempre va a ser un reto, y para ser honesta, antes de llegar a esta tuve que pasar por varias, hasta que quise ser franca y contar lo difícil que es para mí, esta parte del proceso. Muchos se preguntarán ¿por qué escribir sobre esto? No lo sé, un día se me vino a la cabeza y lo escribí en mi libreta, porque claro, todos hemos tenido un amigo del amigo del primo del vecino al que le ha pasado, o sin ir muy lejos, porque yo lo he sentido y lo he vivido- que no sé cómo acercarme a las personas en tiempos difíciles. Y recuerdo perfectamente a la persona y el momento que me hizo caer en cuenta de lo que hoy concluiré más adelante. Reconozco que me cayó mal mucho tiempo, la veía y me daban ganas de vomitar, hasta que un día entendí que fue mi maestra en el tema, me enseñó cómo no hacerlo, por ende a saber cómo hacerlo. Para no dilatar, empecemos a ver cómo acercarse a los otros en tiempos difíciles.


1. Las Redes Sociales


Lo más fácil y trendy es coger el teléfono, entrar a las redes sociales, y empezar a desglosar contenido, como si fuéramos ciber psicoanalistas profesionales. A falta de detalle llamamos a alguien para terminar de llenar los vacíos en la historia que individualmente hemos creado, por no decir, inventado. Partamos de dos bases: 1. Todo depende del espejo con el que se miren las cosas, y el resultado de esa historia dependerá en un gran porcentaje, de nuestra forma de interpretar de ese momento. 2. Si bien es cierto, no creo que las redes sean malas per sé, ni que el contenido sea una fachada, ni una mentira, ni una verdad. El contenido es lo que es, un contenido, una foto que se escogió que corresponde a un instante de varios, uno de ellos que le dio definición a un momento y nada más. Una foto puede ser coincidir con una realidad, o podrá no coincidir con ella. Pero pocas serán las veces en que voluntariamente queramos exponer el 200% de nuestras realidad, más aun cuando es dolorosa.


2. Llamar a su amigo, primo, vecino…

Esta si es la peor. Jamás olvidaré unos párrafos que leí en un libro de psicología infantil, se trata de la triangulación de la información y lo destructiva que puede llegar a ser. Digamos que nuestro problema por resolver es cómo acercarnos a las otros en tiempos difíciles. Tenemos un solo problema, ¿No es así? Cuando involucramos a alguien más qué pasa, ¡se suman exponencialmente los problemas! Entendamos y leamos despacio cómo funcionan estas matemáticas. Al hablar de esa persona con otra tenemos dos problemas: el que ya teníamos originalmente, y el segundo que es que ahora somos responsables de lo que dijimos a esa segunda persona. Luego, además de obligarnos cargar con ese peso, hemos generado en esa segunda persona, sentimientos y emociones acerca de otra persona y su situación (tercer problema). El peor problema (cuarto) ocurre después, cuando esa persona se entera que están hablando de ella, y a su dolor se suma el agrio sentimiento de la traición.


Creo que hay bastantes argumentos sólidos que comprueban esta no es una buena opción. Entonces, ¿cómo lo hacemos?


3. Acercarse directamente


Recordando el por qué empezó la idea de este escrito, fue porque hablaba de lo difícil que es acercarse a alguien en un momento difícil, especialmente cuando hemos estado alejados de esa persona, que si nos afecta y nos interesa, es porque seguramente ha tenido un papel importante en algún momento de nuestras vidas. Pensemos en situaciones complicadas que pueden provocar un acercamiento: una enfermedad, la muerte de un ser querido, una mala situación o pérdida económica, pérdida sentimental, la muerte de una mascota… Pero por mucha confianza que sintamos con nuestros amigos, familiares y conocidos, siempre será difícil encontrar esas palabras que buscamos sean de alivio, de fortaleza, de apoyo, honestas, sinceras, que se atrancan de la ansiedad que provocan esos momentos difíciles.


Por chat

En mi caso siempre me siento torpe escribiendo estos mensajes, en ocasiones parecen paisaje porque terminamos usando casi siempre las mismas palabras, escribo, borro, borro, escribo, corto, pego y cuando envío digo, ¿será que ese mensaje si llegó a donde debía llegar? (al alma). Eso es difícil saberlo, porque no depende de nosotros sino de la percepción de la otra persona sumada al momento en el que recibió el mensaje y otra cantidad de variables que afectan el tono de lo que leemos a diario. Aún cuando es difícil poner el tono a un mensaje de texto, la selección de palabras y redacción ayuda a la forma como sea percibido.


Por mensaje de voz

Un poco más osado, puede subir los niveles de ansiedad, nos da la oportunidad de practicar y de enviar el que nos haga sentir seguros de lo que estamos diciendo. Cabe la posibilidad que no seamos oídos, a no todo el mundo le gustan los mensajes de voz o los dejan ahí para cuando los puedan oír, esperando un momento que pueda que no llegue jamás. Los reservaría para esas personas con las que tenemos más confianza, de lo contrario podríamos pasar por inoportunos, al menos que tengamos la elocuencia y facilidad de expresión del Papa.


Una llamadita

A veces sentimos miedo de ese primer momento: cómo voy a saludar, qué voy a preguntar, cómo voy a llegar al tema, cómo demostrar que mi interés es genuino y no chisme. Partamos de la base que desde que empezamos a leer todo este escrito, tenemos un interés genuino, de ninguna manera se invita a la cizaña y a buscar la manera de acercarnos a los demás para sacar información y meternos en el problema que suma 4. Sin embargo, por muy incómodo que pueda ser el momento, la intención cobra un valor incalculable que recorta el témpano que separa dos almas que han sido cercanas.


Al final, tocar el hombro de una persona cuando nos necesita siempre va a ser bien recibido, no importa si es por escrito, por mensaje de voz, llamada o invitación a tomar un café. Desde el dolor se entiende que las personas que llegan no siempre tienen la misma habilidad, pero sí una intención genuina de saber cómo estamos. El hecho de ser directos, de enmarcar la conversación dentro de un “yo quería saber cómo estabas porque no quiero nunca suponer nada” puede romper cualquier hielo que se haya atravesado anteriormente en una relación que por alguna razón se ha enfriado, y dentro de esa honestidad, se abren las puertas para volver a poner en la estufa una amistad que por muchas razones, siempre ha valido la pena.


En un momento supremamente difícil de mi vida, recibí una llamada de una señora a preguntarme cosas de una forma muy indirecta. Sentí ira, sentí rabia, sentí dolor. Ella tuvo la valentía y el coraje de hacer esa llamada, seguramente se enredó y le pudieron los nervios, pero valoro el momento en que me abrió los ojos para enseñarme la importancia de decir las cosas de frente, de evitar los rodeos y de acercarnos a esas personas de una manera genuina, en los momentos que más lo necesitan.





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