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julyosoriohh

El Eslabón Perdido

Después de haber logrado un post que literal, le dio la vuelta al mundo🌎🔄, pasó por países, sitios y ciudades que nunca imaginé: Mijas (España), Ciudad de Panamá, París, Helsinki, Quito, Clinton (CT), Frisco (TX), Lorton (VA), Herndon (VA), Fort Lauderdale, Miami, Envigado, Palmira, Pereira, Neiva, Villavicencio, Chía, Medellín, Bogotá, Cali, entre tantos, el arrancar y enfrentarse a la página en blanco ante una “vara alta” nunca es una tarea fácil (tampoco lo es cuando la vara está bajita). Porque los temas, así estén rondando y merodeando todo el tiempo por la nube interna, no se dejan atrapar y plasmar hasta que se dé la verdadera conexión alma+dedos. Sip… es que cuando un tema no fluye no vale la pena forzarlo, porque primero, se nota y si a eso le sumamos que la velocidad de la mente nunca es superada por la de los dedos, aún más difícil, porque además siempre hay una u otra idea que se va volando. Pero en el fondo, eso es parte de todo porque cuando las palabras no están listas para ser escritas ellas se van volando y porque cuando por fin se logra escribir lo que sale del alma, lo importante es hacerlo, independiente e indiferente del resultado. Hablemos entonces de este tema en la vida y el deporte, por qué entregarse en la vida y en el deporte sin pensar en el resultado.

¿Competimos?

Es difícil ver el deporte como una actividad en la que no midamos el resultado, y suena aún más raro en una persona como yo a la que le fascina competir (así no me gane nada). Pero partamos esa frase en dos y analicemos eso que podría leerse como una contradicción: 1.Gusto por competir vs. 2. Nunca ganar (y estar lejos de hacerlo). No es solo mi vida sino la vida de muchos, no de todos, pero sí de la mayoría. Porque a ver, ¿cuántas personas ganan una carrera? Si vamos a la categoría general, pues una sola, y aunque afortunadamente existen las categorías, siempre hay muchísimos deportistas por encima imponiendo unas marcas muy altas que para todos los que entrenamos de manera aficionada, son aspiracionales.


Y qué son los resultados?

Los resultados son una cadena de acontecimientos interrelacionados que van cobrando forma a medida que vamos ejecutando. Definamos entonces cadena: dice el diccionario: una “sucesión de fenómenos, acontecimientos o hechos relacionados entre sí” o también un “objeto formado por una serie de piezas metálicas iguales (eslabones), enlazadas entre sí y articuladas de manera que constituyen un circuito cerrado; sirve para comunicar un movimiento en una máquina”- ¡¡el deportista!!. Qué buenos esos dos significados, y si decimos que todo lo que acontece a nuestro alrededor son los eslabones, vamos a mencionar algunos de esa cadena sin que el orden de aparición signifique su importancia: 1. Los entrenos + 2. La alimentación +

3. El estado de ánimo +/-

4. La pasión + 5. Los periodos de recuperación +

6. El sueño +

7. La hidratación +

8. El estado físico (todos los días no rendimos igual- en especial las mujeres) -

9. El clima -

10. El eslabón perdido… +++

Podemos concluir que para que funcione la máquina, necesitamos mantener y cuidar los eslabones. Hay muchos que podemos controlar (+), otros que no tanto, y solo uno que está fuera de control, y como en toda cadena, cada eslabon debe estar fuerte para que no se rompa por el más débil.

Revisando el email💌

Entonces, nos llega el correo de inscripciones abiertas, no duda uno un segundo en darle click, no pregunta uno cuánto vale y si le parece costoso siempre se inventará uno la forma de pagarla, empieza el corazón a latir más fuerte❤️, entonces uno va llenando los campos del formulario y empieza a imaginarse y a soñar despierto… La primera, la imagen pasando esa meta que sin discusión, no tiene precio, y sigue uno escribiendo y va bajando y va bajando… será que en esta voy a dejar un PR (personal record o personal best PB), qué tal mi primer pódium (soñar no cuesta nada💭🏆), uy no, ¿cuánto tiempo tengo para entrenar?, ah sí, hay tiempito, en qué íbamos? Ah, llenando el formulario. Sigamos… la imagen pasando la meta no se ha borrado y el lugar en el medallero ya está despejado hasta que llega el email de confirmación. Sin mirar atrás, ¡a empezar a entrenar!


¡A levantarse!

Empiezan las horas locas, las alarmas a unas horas nunca antes imaginadas, si antes era un problema levantarse para alistar a las niñas para el colegio, ahora es un problema porque no se alistan rápido para poder ir a entrenar. La comida se vuelve un aliado, los carbohidratos los mejores amigos, el sueño la mejor sinergia y el trago el peor enemigo. Los entrenos repotencian su magia, porque aunque siempre será un placer hacerlo, sin duda el objetivo ayuda a motivar. Los parches, los sueños, los planes, las madrugadas, sacar la ropa, alistar desayuno, preparar las loncheras y salir a entrenar!

Empieza uno con toda, con la gasolina, con la ilusión y con la fe intacta, hasta que quince días antes de la carrera empieza la loca (otra forma de llamar a la mente cuando manda mensajes equivocados🤯): uy, creo que no voy a ser capaz, ¿si llegaré a la meta?, en esta no voy por mi PB, el pódium como que será en la próxima, ¿cuántos entrenos es que faltan?, estoy como harta de madrugar, ¿hoy me toca natación?, ah, se me había olvidado y justo me había echado este masaje en el pelo, ¿bici el domingo?, ¿el mismo circuito?, buehhh… ya entrado en gastos pues hágale. Porque ya llevo tres meses en esto (o hasta masssss) y pues, ya toca con lo que hay.


D-day – El día y el día antes!

Bueno, superamos todas las pruebas físicas y mentales, los eslabones están a tono y ya está uno ahí, por hoy a descansar porque mañana hay que estar fino. Buena comida, alistar la ropa, poner la alarma y… tratar de dormir. El que me diga que logra estar en brazos de Morfeo antes de las 9 que me regale la fórmula, porque siempre se termina uno demorando alistando la ropa y dejando todo listo. Un masajito de pies antes de cerrar los ojos y hasta las… ring!! Si no sale agua caliente no importa🚿🥶, uno brinca un poquito, a comer lo que se dejó listo, bloqueador, gorrita, tennis y pa fuera. Nononono, escribo esto y ¡¡¡qué ganas de competiiiiiiiir!!! Rápido, hay que llegar a tiempo, a calentar, porque eso de decir que uno se cansa calentando es la peor mentira de todas, nada más importante que cuando suene el disparo, los músculos estén bombeando sangre torrencialmente. Todos los miedos que se sintieron los días previos a la carrera se convirtieron en adrenalina, las millas se vuelven kilómetros y las kilómetros se vuelven metros. Claro, hay momentos donde se sufre, donde la relación es a la inversa, pero por alguna extraña y desconocida razón, se terminan borrando de la mente porque siempre pensamos en una próxima vez.

Entonces el resultado nunca se vuelve una excusa, porque si así fuera las carreras siempre estarían vacías, entonces 373.736 personas no aplicarían para la Maratón de Londres, o 331.211 a Tokyo, 185.000 a Nueva York y 60.000 no correrían Berlin, y para no ir muy lejos y también presumir por aquí cerca, las de Juancho Correlón tampoco se venderían pero siempre quedan “sold out”. Porque la ilusión de cruzar la meta es un sueño que supera las fronteras del resultado esperado. Porque todos sabemos que detrás de esas marcas hay una llama feroz que nos hacer pararnos de la cama, porque la carrera no se gana en la meta, sino en el proceso de fortalecer todos esos eslabones, la ganancia siempre está en lo aprendido y lo recorrido, porque así como la vida, el deporte también es un paseo.



P.D. Alguién pudo descrifar cuál es ese eslabón perdido?


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1 Comment


Alejandra Osorio
Alejandra Osorio
Jun 12, 2020

Que buen tema: ¿por qué entregarse sin pensar en el resultado? Y siiii, total: "la ganancia siempre está en lo aprendido y lo recorrido, porque así como la vida, el deporte también es un paseo". Disfrute mucho esta reflexión. Gracias por compartirnos tu experiencia <3

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