Si Ante La Duda Me Hubiera Abstenido...
- julyosoriohh
- 25 nov 2024
- 6 Min. de lectura
Competí por ellos, los profes, porque de una manera muy profesional, dedicada y semi extra oficial, sembraron en mí una ilusión, y yo debía corresponder. No sé cómo se vea eso desde afuera, pero desde adentro, era mi llamado. Me confundía mucho el que mi propósito viniera desde afuera y no de mi interior, y el no tenerlo claro, me ponía a dudar si en verdad tenía sentido salir a exponerme en ese círculo. No veía por qué hacerlo, no sabía para qué competir en vaulting.
Hace dos meses aproximadamente, me subí al caballo por primera vez en una tónica de más seriedad y con ganas de mejorar. ¿Para qué? Ni idea, aún no lo sé. Pero todo empezó a cobrar vida cuando en un video me vi, con una sonrisa de tamaño monumental, transparente, genuina, del alma, que reflejaba mi yo interior (unbored). Volví a ver esa sonrisa que obvio, sale en otros momentos y ocasiones de la vida, pero esta era diferente, porque las otras dependen de sucesos aislados que no son provocados, así que depende mucho de cómo estamos rodeados, de lo que hablamos, de lo que vemos, de lo que hacemos… Pero esta sonrisa, yo tenía oportunidad de buscarla y además, de encontrarla. Me empecé a preguntar “si esto me produce aquello, ¿por qué no hacerlo?”. Y entonces, lo que era participar los calentamientos y en desprender el caballo, se fue convirtiendo en una actividad preciada, y un día muy esperado de la semana.
Siempre me dije que no competiría en vaulting, pero oyéndome hablarle a los otros del verdadero significado de la competencia, del verdadero valor deportivo detrás de ella, de tener claro que lo único importante es disfrutar y dar lo mejor, después de eso qué importa el exponerse a ser visto, a fallar, a valerlo a intentar, a tener que resolver en vivo y en directo, a ser juzgada… Porque por el otro lado, tenía también la oportunidad de intentarlo, de medirme, de exponerme, de disfrutar, de sonreír, de fluir, de brillar. ¿Para quién? Para mí y para nadie más que para mí…
Llegamos tarde hoy al concurso porque a veces pasan cosas y nunca dejarán de pasar, lo que parecía la excusa perfecta para hacerme la loca y decir: hoy no fue. Las niñas iban en su categoría y yo fuera de concurso (FC), porque para competir en vaulting hay que estar federado y yo no lo estoy. Sentí… algo que no sé definir aún, pero que de alguna manera estaba violentando un poco ese espacio que para mí es de mis hijas. Me sentía que no pertenecía, que estaba fuera de lugar, que aunque soy parte de ellos como mamá de deportistas, pues, ese era su territorio y yo debía estar en la banca peinando, tomando fotos y haciendo barra. Para rematar, pues claro, doblaba la edad de la niña mayor, lo que me hacía sentir aún más bicho raro. Estaba también la otra cara de al moneda y es que, el ideal de cada familia (según yo), es tener un deporte que todos practiquen, al rededor del cual se pueda uno integrar de otra forma e idealmente, unir las pasiones, y, si en algún momento alguna de ellas sintiera que yo les estaba robando su espacio, era también la oportunidad para yo enseñar, que ellas aprendan que en la vida esos espacios no se pueden comprar, y que simplemente, siempre habrá factores que no se podrán controlar. Si les molestaba en serio, sería un trabajo interesante para ellas, y para mí.
Me dije pues ya qué, ya estoy aquí ¿de verdad me voy a quedar con las ganas?, ¿qué es lo peor que pueda pasar?, si no me gusta pues no lo vuelvo a hacer, si me equivoco qué importa, y al que no le guste, pues de malassssss! Entonces volví a la pista, le dije a los profes que pasaba únicamente en obligatorios, que no iba a hacer el parado porque aún no me sale en los entrenos, yo igualmente pasaba fuera de concurso (FC), así que mi objetivo era simplemente VIVIR-lo. Coreografía ni a bala dije yo, no le veía sentido a hacer una paupérrima presentación.
Entonces, alistamos todo (decirle a la juez de cómputo que sí iba a pasar y el nombre de mi canción), salí al círculo con el firme propósito de brillar hacia adentro y de disfrutar ese momento. Normalmente, la subida es al paso, pero yo quería subirme al galope, así que por la falta de calentamiento pedí apoyo moral para subirme al galope. La dignidad no me iba a dejar recibir ayuda, el solo saber que tenía a alguien atrás me hizo subirme sin pensarlo y mejor que todas las anteriores, y empecé a sentir un flow que tampoco sé cómo describir, pero yo solo quería estar ahí. La instrucción era clara, no iba a hacer el parado, pero ya estando ahí me repetí, ¿cómo no lo iba a intentar? ¿Y si no me salía qué? Lo intenté, y eso ya no me lo roba nadie, salió regular 3/4, pero prefiero llegar a mi casa con la sensación de haberlo intentado que con la duda de lo que hubiera pasado.
Parecía que ya todo había terminado cuando el profe, así o más emocionado, me entusiasma con la coreografía. Ahí sí que me sentía choneta, perdón pero la RAE no tiene una mejor palabra. Los últimos entrenos no había estado bien de energía por cosas que a veces pasan en la vida, y en conclusión, no la practiqué. Había un ejercicio que nunca me salía, y por eso la decisión fue práctica y sencilla, lo íbamos a omitir y ya. Empieza la música, una cualquiera que gentilmente me pusieron, porque como no estaba planeado pues había que resolver. Me sentía al unísono con el caballo aun cuando iba al paso, me resbalé dos veces pero no me dejé, no me dejé ni del miedo a no lograrlo ni al miedo físico de caer al piso, y me volví a acomodar y seguí, sin miedo y con ganas y de dejar atrás ese traspiés, porque ya lo que pasó pasó y ahora se venía un ejercicio nuevo. Y así, entre la necesidad de tomar decisiones sola y a última hora, pude cerrar con mi broche de oro con lo que solo me salía en el caballito de madera, y me bajé otra vez con esa sonrisa de saber haber tomado la decisión correcta. La duda me quería abstener, y yo no me dejé. Definitivo, era hoy.
Está todo muy reciente para saber qué sigue después, me encanta el lema de los AA, un día a la vez. Me sentí, me probé, me equivoqué, resolví, sonreí, lo viví. ¿Qué más que eso? A mis profes, todo el agradecimiento del universo por la dedicación y la paciencia, por la mucha fe que me tienen, por el cariño, por compartir conmigo todo ese conocimiento y la ilusión de verme ahí. A mis hijas, mi inspiración, toda la admiración por lo que hacen, por su dedicación, su compromiso, su pasión, su disciplina, su esfuerzo, su voluntad, porque les fluye tanto que parece fácil y no lo es. Al final, lo hice por ellos, por mí, por ver qué pasaba con mis hijas. Me llevo las sonrisas, los buenos momentos, los aplausos, en una cajita de recuerdos de lo que hice a los dos días de haber cumplido 44.
P.D. Algo acerca del Vaulting: Es un deporte ecuestre en el que los deportistas hacen ejercicios de gimnasia encima del caballo en movimiento. Como en la gimnasia olímpica, los deportistas normalmente compiten en dos modalidades: obligatorios (compulsories) y coreografía (freestyle). Cada modalidad es el 50% de la nota, y dentro de esa nota también se califica al caballo (25% del total de la nota). Las categorías avanzan con su grado de dificultad y nuevos retos, y avanzar en ellas depende de la habilidad que vaya desarrollando cada deportista. Del volteador se evalúa la técnica, la parte artística y la armonía con el caballo. Es un deporte extremadamente amable con los caballos. Ellos también son preparados física y “emocionalmente”. Diariamente, se entrenan por las mañanas, y en las tardes, reciben a los volteadores como parte también de su entrenamiento y fortalecimiento. Los concursos de Vaulting son organizados y preparados con tiempo. Tienen mínimo dos mesas de jueces que tienen también a un secretario, las notas se hacen sobre papel, ellos son los capaces de convertir un movimiento o una postura en números. Los jueces de cómputo están afuera de la pista, se encargan de tabular resultados, de hacer llamados a la pista según el orden de participación, de poner la música y organizar la premiación. La pista tiene también sus especificaciones y su look depende de la creatividad y gusto de quien la diseña. Por otro lado están los preparadores físicos, los entrenadores, y tantas personas involucradas en el bienestar de los deportistas y los animales, porque como deporte ecuestre, son un binomio, y el uno no funciona sin el otro. Y como dice uno de los profes, el Vaulting es para todos.
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