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Rituales (antes del entreno)

Una de las preguntas que siempre me hacen es: ¿vos cómo hacés para ser tan juiciosa? Mi mente empieza a dar mil vueltas, quiero agradecer, pero como que no entiendo por qué, porque para mí puede ser algo que se me de tan “fácil” que no veo el logro que hay detrás de las cortinas. Pero… para decir verdad, y pensándolo bien, no todos los días siento lo mismo, no todos los días se siente igual, ni el entusiasmo, ni las ganas, ni la fuerza, ni la disponibilidad de tiempo, ni el clima, ni las ganas de seguir en la cama, ni la pereza infinita de levantarse. Al final de cuentas, ¿qué pasa si hoy no entreno?

 


Después de algunos libros, he podido descifrar un elemento que sin duda es de gran ayuda para este proceso. Se trata del ritual…  Vale la pena diferenciar un poco el hábito del ritual, que aunque van de la mano y se ayudan hasta el infinito y más allá, tienen sus diferencias. El hábito es aquella actividad que logro automatizar de tal manera que me evita tener que estar pensando en lo que estoy haciendo (manejar, comerse las uñas, tomar agua), mientras el ritual es una actividad a la que le asigno una intención. De una manera implícita, se invita a la mente a imaginar o a visualizarse haciendo dicha actividad. Por esto, y como el objetivo es entrenar, hay una serie de preguntas que debo hacerme y definir, para poder hacer mi ritual y que todo esto funcione.


Lo Primero: Definir Qué Días voy a Entrenar

Lo primero que se debe saber es, a ciencia cierta, qué días SI voy a entrenar, es mi primera intención. Debo interiorizarlo de tal manera que se vuelva un poema, es decir, que si por ejemplo nos invitan a desayuno el miércoles, día de entreno, sepamos a partir de qué momento se puede asistir. Esto facilita mucho las cosas, porque nos evita tener que pensar en que si para mañana debo sacar la ropa o no. Tener los días asignados es una de las maneras más fáciles de no faltar al entreno, empezando a sentir ese compromiso con los días que tengo para dedicarme a mí, porque son especiales y un regalo de mí para mí.

 

Lo Segundo: ¿Mañana Qué Entreno?

Importante para saber qué se necesita. Muchas actividades necesitan preparativos, y, si madrugamos, o nos llevamos la maleta lista para la oficina, con mayor razón se quiere tener claridad sobre lo que se necesita para dejar todo lo más listo posible. Aquí viene mi famoso mantra: “todo suma”, y a esto me refiero que cada segundo cuenta, que cada minuto que trabaje hoy es un minuto que tengo para mí mañana, y ese minuto, se puede traducir en tiempo debajo de las cobijas o en el mejor de los arrunches mañaneros. Es el momento de dejar así sea el termo afuera, para no tener que sacarlo al otro día, y para garantizar que la memoria funcione mejor. Siempre se piensa mejor cuando hay tiempo, y no con el afán de estar listo y tener que salir corriendo.

 

Tercero: Sacando la Ropa

Teniendo claro el día de entreno y lo que se va hacer, es hora de sacar la ropa: serán shorts, lycras, manga larga, manga sisa, manga corta, cuáles medias, zapatos, ¿necesito gorra? En esta etapa, seguimos alimentando esa intención, visualizando lo que será mañana, creando imágenes de lo que se va a hacer, del compromiso que se va a cumplir, de lo que se va a vivir.

 

Yendo un poco más allá, y pensando en seguir agilizando mis actividades de cada día y va un poco de ñapa, me parece práctico también dejar lista la ropa que me voy a poner después del entreno. Esto con dos objetivos: ganar tiempo y, evitar tener que echarle la culpa a mi entreno por demorarme en el resto de actividades de mi día a día. No sé por qué, pero cuando no lo hago, doy mil vueltas y me demoro más.

 

Cuarto: A qué Hora y Hasta Cuándo

Nos da mucha paz y orden mental cuando tenemos franjas horarias en mente. Es decir, no es lo mismo salir a cualquier hora y llegar a cualquier hora, que salir sabiendo que se tiene un recurso limitado, y tener presente también qué sigue después. Habrá días y casos donde se pueda y/o se deba jugar con la espontaneidad, por ejemplo, una madre en espera de que su hijo haga la siesta para poder salir, o una reunión que sabemos cuándo empieza pero no cuándo se acaba, pero para el común denominador, siempre será mejor tener mapas mentales, porque es claro que después del entreno, la vida y el trabajo continúan y son la que nos da las alas para poder seguir entrenando.


A veces nos acostumbramos tanto a ser lo que somos, que normalizamos y no vemos la importancia de pequeños detalles que funcionan en nuestras vidas y que pueden ser de utilidad. Sueño con que no solo no hayan excusas sino en que se disfrute el proceso. Mal que bien, es todo parte de una decisión, y a la mente también se le puedo decir cómo quiero que piense, para que me ayude a sentirme mejor. Y sí, si importa si me salto un entreno.

 

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