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julyosoriohh

¡Sálvese quien pueda! Un llamado a la recursividad

Quién iba a pensarlo… cuando todo esto del aislamiento empezó, parecía una novedad. Las redes sociales se inundaron de puros “live”- conservatorios, charlas motivacionales, experiencias de vida, meditaciones, y todos las abrazamos felices, agradecidos, y fascinados ante la capacidad de ver los negocios darse la vuelta de un día para otro y de su generosidad en compartirnos sus conocimientos tan abiertamente.


Ahora, lo que parecía una moda pasajera, pareciera estarse volviendo un estilo de vida. Estamos ante tanta incertidumbre que no sabemos ni cómo ni cuándo, mejor dicho, hasta cuándo estaremos viviendo bajo esta modalidad del aislamiento y cuidados extremos.

La vida nos hizo poner a prueba nuestra facilidad de adaptarnos al cambio, de recordarnos que ante las leyes de la naturaleza no hay poder humano que las pueda vencer, que cuando nos llaman a recogernos es EN SERIO, y que en este recogimiento hay muchas oportunidades, no solo de estar adentro sino, de mirar hacia adentro.


¿Qué tanto puedo disfrutar mi vida en un espacio reducido? ¿Cómo está mi nivel de tolerancia? ¿Me alcanzará el tiempo para todo lo que tengo que hacer? ¿Y cómo es eso de volverse la profesora de tiempo completo de las niñas? ¿Cómo es eso de no tener un minuto de soledad para mí? ¿Cómo irá a ser el proceso de volver a la “normalidad”? ¿Habrá un cambio verdadero dentro de nosotros o será solo pasajero? ¿Podré vivir sin salir a la calle? ¿Cuándo volveré a ver a mis seres queridos?…

Volvimos a nuestro origen y nos recogimos en todo sentido. ¿Artículos de lujo? ¿Quién piensa en eso? Nada, ¡Nadie! A lo básico!: dormir, lavar, barrer, recoger, organizar, dar clase, entrenar, trabajar, arreglarse uno mismo, hacerse las uñas, depilarse, cortar pelo, cocinar, guardar, y lo más importante: reutilizar!!


Eso sí, si antes guardábamos lo que no comíamos, ahora con mayor razón y por muchas razones, valga la redundancia. Somos mucho más conscientes de los que ahora pasan trabajos, salir a comprar es una odisea completa, entre pico y placa, pico y vida, pico y cédula, yo prácticamente no puedo ni bajar a la portería, entonces la comidita de la nevera es sagrada porque tampoco sabemos si el supermercado esté abastecido para pedir lo que hace falta, o no sabemos si el servicio de mensajería logre traer el mercado hoy o mañana. La incertidumbre es tal que empezamos a vivir el ahora, de nada sirve pensar en lo que pasará mañana, porque dependemos de unos modelos estadísticos de la curva del virus y de los análisis que puedan hacer desde el MInisterio de Salud y la Presidencia para ver qué hacen con todos nosotros.


Descubrimos el poder del ahora. Descubrimos lo que es mirar por la ventana y agradecer estar sanos, vivos, con un techo, una cama, una almohada y una cobija. Ya sabemos qué hora según la cantidad de viento que entra por las ventanas, descubrimos lo que es vivir en el presente, sabiendo que lo que pasa es un día más y un día menos en esta cuenta regresiva, concluyendo que lo único que tenemos en nuestras manos es ese poder de reinventarnos, de aceptar las cosas como vienen y seguir disfrutando el ahora.





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