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julyosoriohh

Uno cortico para el Viernes







Pues sí, acabo de darme cuenta que mi 2023 no dejé ni una sola huella en este blog. Pero bueno, es lo que es. Porque aunque me hablé muchas veces sobre temas que quería dejar impresos, los dejaba en mi mente rondando por todos los rincones. Hoy decido sacarlo, y qué mejor manera que uno cortico para volver a empezar, y un viernes.


El Caballete

Desde el día que llegó a mi casa ese caballete de vaulting (deporte ecuestre que combina la montada a caballo con ejercicios acrobáticos y de gimnasia), lo veía como un objeto extraño. Yo creo que era algo parecido a cuando los indios veían el el barco de Cristóbal Colón, era una una sombra sin nombre que se movía y se acercaba. Claramente, yo este objeto ya lo había visto, ya me había montado en el él, pero de alguna manera, tenerlo en casa se sentía diferente, algo como un objeto que me miraba y que además, me hablaba en silencio.


He visto muchas veces a las niñas balanceándose sobre él, haciendo cosas que yo tal vez habría podido hacer en el piso hace algunos años, y admiro la juventud, energía y gracia con la que se desenvuelven en él. Yo en cambio, lo tocaba, le daba la vuelta, lo ajustaba, lo alineaba, y procuraba tenerlo bien, pensando en la seguridad de las niñas y de alguna manera, creo que queriendo perderle ese miedo.


Era obvio que el día tenía que llegar, el día en que yo me sentara y me pusiera a hacer acrobacias ahí encima... Si para mi era tan fácil hacer una parada de cabeza, pues era obvio que iba a poder ahí. Obviooooo... Entonces, me siento, y no soy capaz. El miedo me invade. No puedo hacer algo más allá de sentarme en la mitad de ese barril, como montando a caballo. Y me digo no, imposible, yo aqui no me mando, no existe la posibilidad que yo me ponga boca abajo e intente subir las piernas, agarrada de unas argollas que vienen siendo el mismísimo aire, a no sé cuántos centímetros del piso. No!


Qué nivel de frustración, una bobada, porque nada iba a pasar si no la lograba, pero como que no sabía por donde empezar. Estado de la mente: totalmente nublada; resiliencia (la palabra más de moda de la pandemia y los años después): inexistente. Entonces, cuando se aclara la mente, se me ocurre que tal vez con la asistencia de un adulto me pueda ayudar a subir una pierna, y yo subiría la otra, pues lo único que yo quería era ver cómo se sentía etar ahí, parada de cabeza, y al final, ver si podía, ver si era capazzzzz. Porque intentarlo sola no era una posibilidad, que me fuera a pasar de impulso y terminara en un arco sin lograrar poner los pies en el lomo, para luego terminar en el piso estampillada, a mis 43, no... no.


Resuelvo, y con ayuda lo hago con tal miedo y desconfianza que me siento como en esa primera vez, sumado a que estoy en una base y un entorno desconocido para mí. Entonces me siento, me inclino, paso una pierna, subo la otra, y empiezan los músculos de la lumbar a quejarse por sentirse estripados, muy raros, se sienten extraños, la sangre se sube a la cabeza pero de otra forma, porque estoy apretando desde la uña del dedo chiquito del pie, hasta las pestañas. Me bajo como un tomate y me digo: al menos ya lo intenté. Y lo dejé así...


Los Puentes Neuronales

Unos días más tarde, cuando iba pasando por ahi, el caballete vuelve y me mira, me hace un guiño, y de alguna manera, me dice que puedo estar tranquila, que lo vuelva a intentar. Estoy sola en la casa, es decir, sin tener a quien decirle a alguien que me haga de pared, pero siento tal confianza que solo me siento, me inclino, y como una pluma, llevo los pies derechito hacia arriba...


Todo esto para decir, que me encanta la forma como el deporte se relaciona directamente con nuestra vida diaria. Que creo mucho en que los balances que logramos en nuestra actividad física se acercan a la capacidad de balancearnos en nuestra vida diaria. Que creo firmemente en que no hay peor miedo que el que no enfrentamos, el que no resolvemos, el que dejamos ahí. Que creo fielmente que ensayar cosas nuevas lo único que hace es crear nuevas experiencias. Que esas nuevas experiencias son nuevos puentes neuronales. Que esos puentes son (o pueden ser), el cimiento de un número ilimitado de construcciones, de avenidas que nos invitan a explorar, a confiar en nuestras capacidades, a innovar, a crear, y lo mejor de todo... a disfrutar.



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